miércoles, 8 de octubre de 2014

Los 10 mandamientos para tu éxito económico y personal



Hay gente que lo consigue todo, que están como tocados por una estrella ¿Es cuestión de suerte? De eso nada, admitamos que es lo que hacen. Tú puedes tener la misma suerte, y ojalá que así sea ;)


El doctor David Niven, profesor de la Universidad de Ohio, se propuso hace unos años averiguar, a través de la investigación de unos cuantos miles de estudios psicológicos y sociológicos, cuáles son las claves que garantizan una vida exitosa. El esfuerzo ha tenido el objetivo esperado (tanto para los lectores como para su bolsillo) y, hoy en día, es uno de los divulgadores más importantes de Estados Unidos gracias a obras como Los 100 secretos de la gente exitosa o Los 100 secretos de las buenas relaciones, una especie de síntesis masticadita de las conclusiones de otros estudios precedentes.
Como él mismo explica en la introducción del primero, en dichos volúmenes, “todos los estudios sobre la felicidad han sido reducidos a lo esencial y expresados de una manera en que todo el mundo pueda entenderlos”. Aun así, sus libros siguen siendo útiles a la hora de identificar aquello que puede contribuir a nuestro crecimiento personal. A continuación presentamos algunos de los más originales recogidos en Los 100 secretos de la gente exitosa, 10 pequeñas píldoras que pueden contribuir a modificar nuestro comportamiento en la dirección adecuada.
No puedes ganar siempre
La sociedad moderna en general y el entorno laboral en particular han empujado a una ultracompetitividad que nos obliga a intentar estar siempre por encima de los demás (y, si no es así, es que hemos fracasado). Niven recuerda que debemos aprender también a perder, y sobre todo, a seguir adelante después de una derrota. Todos pierden batallas, lo importante es no perder la guerra.
Si no estás seguro de lo que va a ocurrir, sé positivo
No hay nada más dañino que la incertidumbre tan propia de nuestros días, puesto que nos conduce a estados mentales en los que empezamos a imaginar únicamente las posibles consecuencias negativas de nuestros actos. La mayor parte de ellas no ocurrirán jamás, pero aun así, pensamos que son altamente plausibles. No sabemos lo que el futuro nos deparará, así pues, lo único que podemos hacer es intentar cambiar lo que esté en nuestra mano y para ello necesitaremos cierta positividad.
No confíes únicamente en ti mismo
La confianza es esencial para salir adelante, pero un exceso de la misma sólo nos puede conducir al desastre. No podemos saber todo, y por eso, es necesario dejarnos aconsejar o tutelar para alcanzar con mayor facilidad nuestros objetivos. Sólo de esa manera podremos evitar los obstáculos que se ocultan detrás de cada esquina y que quizá no podamos descubrir por nuestra cuenta.
Cambia tus metas
No hay nada más perjudicial que plantearse objetivos imposibles de alcanzar. Es importante ser capaces de cambiar de dirección en el momento preciso y no obcecarnos con lo irrealizable. No se trata de darse por vencidos, sino de ser un poco pragmáticos. Las prioridades vitales no son las mismas a los 18 que a los 40, por lo que al igual que nuestra vida cambia, nuestros sueños también (y ello no quiere decir que traicionemos al adolescente que un día fuimos).
No importa lo que ha ocurrido, sino lo que pienses de ello
La psicología recuerda a menudo que la importancia de las cosas no es inherente a cada acontecimiento, sino que depende de la relevancia que queramos darle. Es una defensa de la subjetividad: no importa tanto aquello bueno o malo que nos ocurra como la interpretación que le demos. ¿Te ha dejado tu mujer y, por lo tanto, vas a ser infeliz para siempre o simplemente es una forma de animarte a conocer a gente nueva? ¿El despido ha acabado con tu carrera o te ha abierto nuevas puertas?
Intenta no pensar en lo que te molesta
Los círculos viciosos del pensamiento negativo no tienen fin y en cada vuelta se hacen peores. Si algo o alguien nos molesta, nos cae mal o nos perjudica, es preferible darle la justa importancia e ignorarlo, especialmente en nuestro tiempo libre o en el que comportamos con amigos y familia. El daño será el mismo, pero sin el agravante que supone regodearse en el odio.
Sé tu propio admirador
Es lo que parece haber pensado Matthew McConaugey, que en la entrega de los Oscar dedicó su premio a su propio yo dentro de 10 años, puesto que, como explicó, es el modelo que le sirve de inspiración para seguir adelante. Sin llegar a los extremos del protagonista de True Detective, tenemos que mantener cierta autoestima ante los vaivenes de la vida. Si ni siquiera creemos en nosotros mismos, no habrá nadie que pueda depositar su confianza en nosotros.
Cómo vemos el mundo es más importante que cómo es realmente
A muchos realistas le sonará una defensa del escapismo o el autoengaño, pero, al igual que lo que ocurría con la importancia de nuestra visión sobre el mundo, debemos evitar aceptar lo que los demás tienen que decir sobre nosotros y buscar personalmente aquello que nos importa y, por lo tanto, por lo que debemos luchar. En palabras de Niven, “los científicos, los filósofos y los reyes podrían protagonizar un debate inacabable sobre esta cuestión, pero no hay una clasificación real para el mundo más allá de la que tú le asignas”.
Eres una persona, no un estereotipo
Pensamos que adecuarnos a una imagen determinada nos hará más deseables frente a los demás. Sin embargo, como recuerda Niven, “la gente es más feliz cuando permite que su auténtica personalidad salga a la luz, no cuando se conforman con imágenes populares”. En muchos casos, esta simulación es causada por la necesidad de interactuar con el sexo opuesto, algo también equivocado: “Los hombres que piensan que deben actuar con dureza y las mujeres que creen que deben ser suaves están enjaulados en un conjunto de expectativas que no tienen nada que ver con quiénes son realmente”.
Dedica un cuarto de hora al día a planificarte
Nos levantamos apresuradamente con el sonido del despertador y, 17 horas más tarde, nos metemos en la cama con la cabeza como un bombo, saturada de vivencias e información. Sin embargo, no hemos dedicado ni un segundo a lo largo del día a poner en perspectiva nuestra vida: ¿hemos hecho algo que signifique mucho para nosotros? ¿Estamos más cerca de nuestro objetivo? ¿Hemos faltado a nuestros principios? Dedicar diez o quince minutos al día a revisar nuestro comportamiento es vital para que los cambios que nos proponemos funcionen de verdad.

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