domingo, 24 de marzo de 2013

100.000 millones se notan

 11/03/2013 por Lorenzo Serrano

Dicho así no deja de ser una obviedad, pero es una cifra que hay que valorar para entender la situación de la economía española y la sensación que la sociedad tiene al respecto. Decir que estamos atravesando una crisis profunda y duradera es otra obviedad. Sin embargo, si se considera desapasionadamente, la evolución del PIB de España, siendo muy negativa y peor que en otras economías, no es tan abismalmente distinta. Basta comparar la evolución de España con la del resto de la zona euro, tal y como hace el INE en la nota de prensa de hace unos días relativa a los últimos datos de la Contabilidad Nacional Trimestral.
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Desde 2008 la evolución del PIB es mala o muy mala, como se prefiera, pero en el conjunto de la crisis no resulta extraordinariamente peor que en el resto de Europa. El efecto acumulado es que el PIB de España en 2012 fue, en términos reales descontando el efecto de la inflación, un 5% inferior al de 2008. Un 5% menos ha de notarse por fuerza y más cuando se está acostumbrado a un crecimiento regular año tras año, pero ¿es normal que se note tanto?
El dolor que acompaña esta crisis y la sensación de sacrificio por el ajuste de la economía parecen ir bastante más allá de una corrección del 5% como la señalada. Al fin y al cabo, en España se sigue generando una renta anual que supone el 95% de la de los años más dulces del boom inmobiliario y que es mayor que en bastantes de esos años de vino y rosas.
Ahí es donde hay que mencionar esos 100.000 millones comentados al principio y muy vinculados al vino y las rosas previos a la crisis actual. Ese es el importe que la necesidad de financiación anual de España frente al exterior llegó a alcanzar en 2007 y de nuevo en 2008. El total acumulado entre 2000 y 2008 fue de aproximadamente 460.000 millones de euros.
Nada que no sea bien conocido. El boom se asentó en un endeudamiento masivo impulsado por la abundante financiación en condiciones ventajosas. Nuestro gasto excedió a nuestra producción de modo sistemático hasta la llegada de la crisis, con el consiguiente desequilibrio exterior. Naturalmente, endeudarse no es siempre algo necesariamente malo, todo depende de en qué se gaste el dinero que se toma prestado, pero esa ya es otra historia.
En cualquier caso, las últimas estimaciones al respecto de la Contabilidad Nacional Trimestral indican que la economía española ha conseguido dar la vuelta a esa situación, alcanzando prácticamente el equilibrio en 2012 e incluso registrando ya en la segunda mitad del 2012 una modesta, pero positiva, capacidad de financiación frente al exterior (bueno, quizá no tan modesta, algo más de 13.000 millones en seis meses).
Han hecho falta cuatro años, mucho tiempo. Por otra parte, se trata de un cambio espectacular de casi el 10% del PIB: 100.000 millones en números redondos. En otros términos, más de 2.000 euros al año por persona o, si se prefiere, más de 8.000 euros anuales por familia de cuatro miembros. Hay algunos coches más baratos que eso.
Concluyendo, en la actualidad nuestra economía está generando un 5% menos de renta al año que en 2008 y a ello hay que añadir el 10% del ajuste en términos de saldo exterior. Por tanto, en términos de gasto y de capacidad de satisfacer necesidades por parte de los residentes la reducción se triplica hasta un 15% del PIB (unos 150.000 millones de euros anuales) menos que antes de la crisis. Del mismo modo que el boom fue mucho más embriagador que lo que el mero crecimiento del PIB suponía, el ajuste ha sido mucho más duro (el triple de duro) de lo que la magnitud de la caída del PIB podría hacer pensar. Y es que 100.000 millones se notan.

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