11/03/2013 por Lorenzo Serrano
Dicho así no deja de ser una obviedad, pero es una cifra que hay que
valorar para entender la situación de la economía española y la
sensación que la sociedad tiene al respecto. Decir
que estamos atravesando una crisis profunda y duradera es otra
obviedad. Sin embargo, si se considera desapasionadamente, la evolución
del PIB de España, siendo muy negativa y peor que en otras economías, no
es tan abismalmente distinta. Basta comparar la evolución de España con
la del resto de la zona euro, tal y como hace el INE en la nota de prensa de hace unos días relativa a los últimos datos de la Contabilidad Nacional Trimestral.
Desde 2008 la evolución del PIB es mala o muy mala, como se prefiera,
pero en el conjunto de la crisis no resulta extraordinariamente peor
que en el resto de Europa. El efecto acumulado es que el PIB de España
en 2012 fue, en términos reales descontando el efecto de la inflación,
un 5% inferior al de 2008. Un 5% menos ha de notarse por fuerza y más
cuando se está acostumbrado a un crecimiento regular año tras año, pero
¿es normal que se note tanto?
El dolor que acompaña esta crisis y la sensación de sacrificio por el
ajuste de la economía parecen ir bastante más allá de una corrección
del 5% como la señalada. Al fin y al cabo, en España se sigue generando
una renta anual que supone el 95% de la de los años más dulces del boom
inmobiliario y que es mayor que en bastantes de esos años de vino y
rosas.
Ahí es donde hay que mencionar esos 100.000 millones comentados al
principio y muy vinculados al vino y las rosas previos a la crisis
actual. Ese es el importe que la necesidad de financiación anual de
España frente al exterior llegó a alcanzar en 2007 y de nuevo en 2008.
El total acumulado entre 2000 y 2008 fue de aproximadamente 460.000
millones de euros.
Nada que no sea bien conocido. El boom se asentó en un endeudamiento
masivo impulsado por la abundante financiación en condiciones
ventajosas. Nuestro gasto excedió a nuestra producción de modo
sistemático hasta la llegada de la crisis, con el consiguiente
desequilibrio exterior. Naturalmente, endeudarse no es siempre algo
necesariamente malo, todo depende de en qué se gaste el dinero que se
toma prestado, pero esa ya es otra historia.
En cualquier caso, las últimas estimaciones
al respecto de la Contabilidad Nacional Trimestral indican que la
economía española ha conseguido dar la vuelta a esa situación,
alcanzando prácticamente el equilibrio en 2012 e incluso registrando ya
en la segunda mitad del 2012 una modesta, pero positiva, capacidad de
financiación frente al exterior (bueno, quizá no tan modesta, algo más
de 13.000 millones en seis meses).
Han hecho falta cuatro años, mucho tiempo. Por otra parte, se trata
de un cambio espectacular de casi el 10% del PIB: 100.000 millones en
números redondos. En otros términos, más de 2.000 euros al año por
persona o, si se prefiere, más de 8.000 euros anuales por familia de
cuatro miembros. Hay algunos coches más baratos que eso.
Concluyendo, en la actualidad nuestra economía está generando un 5%
menos de renta al año que en 2008 y a ello hay que añadir el 10% del
ajuste en términos de saldo exterior. Por tanto, en términos de gasto y
de capacidad de satisfacer necesidades por parte de los residentes la
reducción se triplica hasta un 15% del PIB (unos 150.000 millones de
euros anuales) menos que antes de la crisis. Del mismo modo que el boom
fue mucho más embriagador que lo que el mero crecimiento del PIB
suponía, el ajuste ha sido mucho más duro (el triple de duro) de lo que
la magnitud de la caída del PIB podría hacer pensar. Y es que 100.000
millones se notan.
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