martes, 26 de junio de 2012

¿Qué importa más en la carrera académica, los conocimientos o los conocidos? (segunda parte)








Excelente artículo de mis colegas del blog Nada Es Gratis http://www.fedeablogs.net/economia/?p=23019&cpage=1#comment-32417
JAE-Doc Research Fellow 
Institute of Public Goods and Policies (IPP),
Spanish National Research Council (CSIC)



Ph.D. in Economics, Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, Spain
Assistant Professor, Business Department, Universidad Carlos III, 
Madrid, Spain



 Hace unos meses adelantábamos en nadaesgratisalgunos resultados preliminares de un proyecto de investigación que estamos realizando acerca de los determinantes de las promociones académicas en España.  En esta entrada presentamos algunos resultados adicionales y discutimos posibles mejoras en la composición de los tribunales de evaluación.
En nuestro estudio utilizamos datos de las pruebas de habilitación realizadas entre 2001 y 2006 en las que participaron unos 30.000 candidatos a profesor titular y a catedrático. La evidencia muestra que los evaluadores tienen una fuerte preferencia por aquellos candidatos con los que tienen algún tipo de vínculo, ya sea porque han colaborado juntos en el pasado o porque pertenecen a la misma institución. Por ejemplo, la presencia (por azar) de un compañero de departamento en el tribunal aumenta en un 40% las posibilidades de que un candidato sea habilitado. La presencia de un director de tesis es aún más efectiva: dobla las posibilidades de éxito del (afortunado) candidato. El análisis también muestra que estos sesgos no parecen deberse a la existencia de asimetrías informativas en la evaluación de la investigación.
Curiosamente, la importancia de las conexiones es similar en Ciencias, Ingeniería, Ciencias de la Salud, Ciencias Sociales y Humanidades. La única clara excepción es Derecho, que está aún peor: las posibilidades de ser habilitado se doblan cuando un compañero de departamento forma parte el tribunal. En definitiva, la introducción de un sistema de evaluación centralizado no consiguió eliminar la endogamia universitaria. El nuevo sistema favoreció en general a los candidatos que pertenecían a networks más extensos, ya sea porque trabajaban en un subárea de conocimiento mayoritario o porque pertenecían a un departamento más grande.
¿Quiere esto decir que debemos resignarnos a la idea de que los favoritismos en el mundo académico son inevitables? Creemos que no. El análisis de los datos sugiere que aunque el tribunal medio favorecía a “sus” candidatos, hubo muchos tribunales que adoptaron criterios meritocráticos. Estos tribunales tenían tres características principales.
En primer lugar, la presencia de miembros “externos” es clave. La calidad de los candidatos habilitados es significativamente mayor cuando varios miembros del tribunal no tienen vinculación directa con candidato alguno. Es importante destacar que las conexiones indirectas no son perjudiciales. Es decir, la existencia de algún vínculo indirecto entre evaluador y candidato (un co-autor en común, la coincidencia en un tribunal de tesis, etc.) no parece afectar a la calidad de las evaluaciones.
En segundo lugar, el impacto de las conexiones es superior en las áreas de conocimiento de menor tamaño. Desde 1984 la universidad española está dividida en aproximadamente unas 200 áreas de conocimiento. Su tamaño varía enormemente, de forma que mientras que algunas de estas áreas tienen únicamente unas decenas de miembros entre catedráticos y profesores titulares, otras tienen varios centenares o incluso más de un millar. El reducido tamaño de algunas áreas probablemente impide la existencia de comités de evaluación con evaluadores suficientemente independientes.
En tercer lugar, la selección mejora cuando los miembros del tribunal son buenos investigadores, aunque no es tanto porque estos tengan mejor criterio sino porque tienen mejores “contactos”. Al igual que el resto de evaluadores, los buenos investigadores tienden a preferir a aquellos candidatos que ya conocen. Sin embargo, la calidad de “sus” candidatos es en general alta, lo que hace que su presencia en el tribunal sea preferible. En las pruebas de habilitación los requisitos para formar parte de un tribunal eran relativamente bajos. Los catedráticos debían contar con al menos dos sexenios de investigación y los profesores titulares con uno. Esta condición era satisfecha aproximadamente por el 85% de los catedráticos y el 70% de los titulares. Dada la evidencia observada, es probable que es este criterio haya sido demasiado laxo. Aunque no conviene sobrecargar a los investigadores más brillantes, cuyo coste de oportunidad mayor, la exigencia de un mejor nivel investigador para formar parte de los tribunales contribuiría a aumentar la calidad de las promociones.
En resumen, necesitamos tribunales similares a los que ya usan las mejores universidades internacionales. Es decir, que cuenten con evaluadores independientes y con un buen currículum investigador. Además, es probable que en algunas áreas de conocimiento esto requiera la ayuda de expertos internacionales, tal y como ya se hace en otros países con sistemas de evaluación centralizados, incluyendo el Reino Unido y Australia. El sistema actual de acreditación rebaja los requisitos exigidos para superar la prueba nacional y da a las universidades una elevada autonomía para elegir la composición de los comités. ¿Seguirán las universidades estas normas de buena conducta?

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