Mirad, hace cosa de dos años, colaboramos en un congreso junto a dos maravillosos catedráticos y alertamos de algo. Seamos conscientes del vínculo peligroso que existe entre la agricultura el agua y la energía ¿Qué vínculo? Esperamos responder a vuestra inquietud con este artículo
Agricultura,
agua y energía
Inmaculada López, Joaquín Melgarejo, Borja
Montaño
Partiendo de los resultados de la
Encuesta Sobre el Uso del Agua en el Sector Agrario del año 2007 (INE), el
77,9% del agua empleada para riego fue de origen superficial, el 21,1% de
origen subterráneo y un 1% provenía de otros recursos (como agua reutilizada o
desalada). En función del tipo de agua que se emplee el gasto energético
asociado es uno u otro.
Dependiendo del tipo de regadío
empleado, el consumo hídrico varía (gravedad 7.500 m3/ha, aspersión
6.500 m3/ha, localizado 5.000 m3/ha) y al mismo tiempo según
el tipo de agua que se emplee el consumo energético será diferente (el agua con
un mayor consumo energético es la desalada con un consumo de 4,20 kWh/m3
a pie de planta, seguida del agua trasvasada 1,20-1,44 kWh/m3, la
reutilizada 0,25-0,43 kWh/m3, la subterránea 0,15-0,68 kWh/m3
y la superficial 0,02-0,28 kWh/m3).
El contar con recursos hídricos con
distintos costes energéticos, hace que nos encontremos en una situación similar
a una restricción presupuestaria microeconómica. La idea es que, trataremos de
emplear los recursos hídricos menos costosos en primer lugar, y esto nos
llevará, como se ha demostrado (Corominas, 2009) a que a medida que el consumo
hídrico aumenta, el consumo energético por m3 es mayor.
De la situación anterior, se
desprende el hecho de que una mayor disponibilidad del agua menos costosa en
términos energéticos (la superficial), haría el consumo de agua más eficiente
en términos energéticos. En este sentido, partiendo de los datos de precipitaciones
medias anuales (con datos de MITYC desde 1960 hasta 2007) y otras fuentes
bibliográficas (Hardy y Garrido, 2010; MARM, 2010; Melgarejo y Montaño, 2011)
podemos ver que existe una relación inversa entre el gasto eléctrico en el
regadío y el volumen de precipitaciones.
Se sabe que la energía es necesaria
para todas y cada una de las etapas del ciclo integral del agua. Hasta el punto
de que es necesaria la energía en la extracción de agua, en su transporte, en
su distribución, en la desalación, en la reutilización y depuración. Por otro
lado, también en la generación de energía es necesaria el agua, por ejemplo en
las centrales hidroeléctricas, en la refrigeración de las turbinas en las
centrales térmicas, en la extracción y producción de los derivados del
petróleo, para los biocombustibles, para la producción de hidrógeno, para su
uso en la industria o uso doméstico. En la figura 1 podemos ver representada
esta situación:
Figura
1: Marco integrado de agua y energía
Fuente:
Wang, Y. D, 2009. Elaboración propia
En España, partiendo de la información
de J. Corominas (2009) sabemos que cada m3 de agua es elevado en
términos medios a 88 metros de altura, pese a que el mayor volumen de agua
todavía se aplica por gravedad. El uso unitario de agua en las explotaciones
estaría por debajo de los 5.000 m3/ha. Si partimos de las necesidades medias
que se estimaban en el Plan Nacional de Regadíos de 2001 es decir, 4.100 m3/ha,
se estaría también en relaciones consumo/uso superiores a 0,8. Estos valores se han podido alcanzar gracias
al incremento de la superficie de olivo y vid y a la falta de disponibilidad de
agua.
Ha sido en los últimos cuarenta años
cuando el nexo agua-energía se ha alterado dramáticamente. La tendencia general del consumo de electricidad en el
regadío ha sido creciente desde los años sesenta hasta el presente. El gasto
total de agua para el regadío en España asciende a 23.800 hm3/año (Cabrera
2009), con un consumo unitario medio de 0,2 kWh/m3 para lo cual es requerida
una energía de 4.760 Gwh.
.
Los procesos de cambio climático
hacen cada día más grave y urgente la necesidad de emplear los recursos
energéticos e hídricos con criterios de sostenibilidad. El calentamiento global
potencia la búsqueda integrada de respuestas.
El uso de recursos hídricos no
convencionales es cada día más frecuente en las recientes obras de
modernización de regadíos y tienen aún un gran potencial de utilización. El
disponer de estos recursos nos permite incrementar la cantidad de agua disponible,
pero son por lo general más costosos en términos energéticos. Es por ello que
debe de ser un objetivo prioritario el garantizar la eficiencia energética en
el desarrollo del riego para así, satisfacer la sostenibilidad de la actividad.
Para ello, la gestión de energía y agua debe estar integrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario