Dr. Borja Montaño
Departamento de Análisis Económico Aplicado
Universidad de Alicante
Antes de comenzar a hablar de
las medidas aplicadas en el ámbito fiscal en la economía española, es
conveniente tener claros los conceptos de déficit y deuda pública. El déficit
público hace referencia a la diferencia entre el total de gastos y de ingresos
que ha tenido el Estado en un año, es lo que denominamos una variable flujo.
En cambio, la deuda es la
variable stock que se determina a partir del déficit. Es decir, cuando hay
déficit esto hace que se incremente la deuda, por el contrario cuando hay
superávit la deuda disminuye. La deuda pública en España se ha incrementado en
el segundo trimestre de 2014 en 16.763 millones de euros y se sitúa en
1.012.606 millones.
¿Qué proporción del PIB
representa esta deuda? La deuda alcanzó el 96,30% del PIB en España, mientras
que en el trimestre anterior, primer trimestre de 2014, fue del 94,90%. Si
realizamos la comparativa de la deuda en España en el segundo trimestre de 2014
con la del mismo trimestre de 2013 vemos que la deuda anual se ha incrementado
en 68.734 millones de euros.
Si comparamos pese a todo
nuestro ratio deuda/PIB vemos que no está tampoco extraordinariamente alejado
de nuestro entorno económico, pero no por ello deja de ser una cifra
preocupante. Quizás uno de los factores más alarmantes reside en que la
tendencia de la misma es creciente por los continuados déficits.
Fuente: datosmacro.com
Cómo señalábamos
anteriormente, no es tanto el nivel de endeudamiento lo que nos preocupa sino
los constantes déficits y el círculo vicioso en el que parecemos estar
inmersos. Podíamos explicar este círculo vicioso con los siguientes pasos
sistemáticos:
1.
Tenemos recesión económica por lo que el Estado
tiene que incrementar sus gastos debido a los estabilizadores automáticos y
simultáneamente disminuye sus ingresos
2.
Dada la recesión y la consecuente disminución
de los gastos y aumento de los ingresos, se produce un incremento del déficit
lo que nos lleva a aumentar el endeudamiento absoluto y el ratio de
endeudamiento.
3.
Cuando aumenta el endeudamiento disminuye la
solvencia y la sensación de fiabilidad del Estado, esto genera desconfianza y
la desconfianza tiene un coste económico
4.
Fruto de la desconfianza aumenta la prima de
riesgo y en consecuencia se incrementan los intereses que deben pagarse para el
pago de la deuda.
5.
Dado el escaso crecimiento, la baja recaudación
y el aumento de la desconfianza el Estado debe aplicar política fiscal
contractiva lo cual nos lleva de nuevo a repetir el ciclo.
Para tratar de salir de esta
dinámica se tomaron medidas como limitar el déficit público, reduciendo los
gastos. Tal y como señalábamos, sabemos que una reducción del gasto y una
expansión de los impuestos provocará una caída del PIB con su correspondiente
aumento del desempleo y este fue el resultado. El problema es que si el PIB cae
y decrecemos económicamente esto provoca a su vez nuevos incrementos del
déficit con lo que la deuda seguiría incrementándose.
Por tanto y volviendo al ciclo
vicioso en el que estamos inmersos, el modo de hacer frente al creciente
déficit público ha sido hasta ahora. Pero llegados a este punto cabría
preguntarse si bien había otra manera de hacer frente a la situación
macroeconómica a la que nos enfrentamos.
¿Por qué aumenta el interés
que debemos pagar cuando aumenta la deuda del país? Ahí es donde entra la
teoría de la paridad cubierta del interés, es decir, dado el mismo riesgo el
interés de la deuda entre dos estados debiera ser el mismo, pero un incremento
de la deuda acumulada en proporción al PIB incrementa la sensación de riesgo de
modo que aumenta el interés al que debe hacer frente el Estado.
Mientras el Estado mantenga
tal cantidad de deuda estamos generando un carry trade negativo, es decir la
posesión de la deuda genera un rendimiento negativo lo cual engrosa todavía más
la deuda. Desde hace años el carry trade es una técnica que los grandes
inversores llevan practicando en el mercado Forex. El carry trade consiste en
la diferencia entre el carry negativo de un activo que hemos pedido prestado a
bajo costo y el carry positivo de un activo en el que hemos invertido. El alto
interés pagado por España por la deuda que emitimos tiene diversas
consecuencias, ¿Existe la posibilidad de que por ejemplo el inversor cuando el
título de deuda lo permita adelante el cobro de los intereses renunciando así a
parte de su dinero? Es muy difícil que pase esto, pues sería preferible
convertir en liquidez otros activos de menor rentabilidad.
Es sabido que el carry trade
es una operativa a la que han sido muy aficionados todos los bancos europeos
para capear la crisis desde que el BCE puso en marcha la barra libre de
liquidez. Esta aplicación consiste en tomar prestado el dinero del banco
central, inicialmente al 1% y posteriormente al 0,75% e invertirlo en deuda
pública con intereses del 4% o 5% para ganar la diferencia.
Es tan sencillo como parece y
sin mayor esfuerzo. En definitiva lo que sucede es que el BCE estaba comprando
de un modo encubierto deuda pública. Y la cuestión es ¿Dónde está el problema? El
dinero que emplea la banca para financiar a sector público es “rival” a los
créditos a familias y empresas, es decir, ese dinero ya no puede ser prestado a
las familias. Precisamente una de las causas que mencionábamos anteriormente
del problema es que estamos en un círculo vicioso de atraso económico, para
salir de este sería interesante y necesario que fluyese el crédito de los
bancos, pero los bancos pueden preferir financiar al Estado que aunque no
ofrece una gran rentabilidad representa una operación de financiación segura y
sencilla.
Según las previsiones la deuda
pública de España alcanzará el 100% del PIB en 2015 (según estimaciones del
Gobierno español y el Banco de España), en 2013 llegó al 93,7%, un nuevo récord
histórico al alcanzar los 961.555 millones de euros. Con el cierre del
ejercicio presupuestario del 2013 vimos cómo el pasivo alcanzó un total de
961.555 millones de euros (1,3 billones dólares), lo que representa el 93,7%
con relación al Producto Interior Bruto (PIB).
Dicen los analistas que el
caso español es uno de los más llamativos de la Unión Europea, ya que hemos pasado de ser uno de los Estados
con menos deuda del continente europeo a uno de los más endeudados en apenas
cinco años. Si volvemos al año 2007, vemos que la relación deuda/PIB era del
36%, mientras que a finales de 2013 se elevó a casi al 94% y se prevé todavía
un mayor incremento.
¿Por qué se están alcanzando
estas cifras? Entre las causas del exponencial crecimiento del endeudamiento
que afronta el Estado español, podríamos destacar el costo de la
restructuración bancaria el crecimiento
del gasto social para compensar la pérdida masiva de empleos, y la recesión,
que provocó una caída del PIB que ha incidido en un aumento del endeudamiento
al disminuir el tamaño de la economía. Por tanto como hemos mencionado
anteriormente lo más preocupante de la deuda es su ritmo de crecimiento.
En 2011 se abrió el debate
sobre la conveniencia de limitar constitucionalmente el déficit público, otros
países de Europa lo han hecho, sin ir más lejos Alemania. ¿Es una medida
conveniente? Hubo un gran debate, pero en cualquier caso los límites estarían
al margen de catástrofes naturales o recesiones económicas tal y como es el
caso actual.
Una crítica o cuestión que
cabría plantearse es ¿habría sido más interesante hacer frente a la crisis con
políticas fiscales expansivas? Esta sería la clásica receta keynesiana que nos
dice que para salir del bajo crecimiento económico debe aplicarse una reducción
de impuestos y un aumento del gasto público. Este fue el modo mediante el cual
salimos de la crisis de los años 30 pero existen ciertas diferencias entre la
situación macroeconómica de entonces y de ahora.
En 1930 se venía practicando
la que por entonces se consideraba ortodoxia presupuestaria, la cual consistía
en buscar el equilibrio entre gastos e ingresos por lo que no había una deuda
acumulada considerable. Aquí encontramos la primera y quizás más relevante de
las diferencias y es que en esta crisis ya partimos de una deuda pública
importante.
En la actual crisis tenemos
dos problemas de gran importancia:
1-
Bajo crecimiento económico o incluso
decrecimiento (lo cual lleva consigo asociado un alto nivel de desempleo)
2-
Alta deuda pública y continuos déficits
públicos
Como señalábamos hacer frente
a una crisis económica con políticas fiscales expansivas fue la doctrina o
método considerado como habitual a partir de la crisis de los años treinta. Sin
embargo, las crisis de los años 70 cambiaron un tanto esta perspectiva, puesto
que eran crisis en las que además de estar presente el bajo crecimiento
económico existía inflación.
En los años setenta la elevada
inflación hizo poco viable la solución keynesiana, en la actualidad el factor
que hace que sea incompatible es la deuda, pues una política fiscal expansiva
podría crear todavía más presión sobre la deuda pero ¿Y si no sucede así?
Lo cierto es que no es claro
que aumentar la presión fiscal genere un aumento de los ingresos puesto que de
un lado el porcentaje de impuestos a cobrar sobre la renta es mayor, pero por
otro lado el aumento de la presión fiscal hace que la renta disminuya por lo
que el efecto final es incierto.
Dada la pasividad de la
política fiscal de algunos países como España para hacer crecer el PIB, el
Banco Central Europeo ha puesto en marcha políticas convencionales y no tan
convencionales para fomentar el crecimiento económico y el flujo de crédito.
Los tipos ahora son extraordinariamente bajos y además se penalizan los
depósitos de la banca en el BCE.
Mario Draghi ha ido cediendo a
las presiones de Gobiernos, empresas, mercados y votantes de la Eurozona, que
le exigían una política monetaria más laxa que permita acelerar la recuperación
económica, bajando los tipos de interés al 0,15%, nuevo mínimo histórico,
imponiendo un gravamen del 0,10% al dinero que las entidades financieras
guardan en las arcas del Banco Central Europeo (BCE) en lugar de usarlo para
financiar la economía real.
Adicionalmente se volverá a
subastar liquidez extraordinaria entre las entidades, en concreto 400.000
millones de euros, para que lo presten a empresas y familias europeas. Esta política
no solo atiende a la necesidad de crecimiento, el supervisor comunitario
afronta el riesgo de deflación en la zona euro y tratará de que por fin
funcione la correa de transmisión de la política monetaria. Se pretende a toda
costa que el crédito bancario fluya hacia empresas y hogares para acelerar el
ahora débil crecimiento de la economía del Viejo Continente, la vieja amenaza
de inflación no parece ahora preocupante. ¿Cómo esperamos que afecte la bajada
de tipos sobre el crédito? Una de las vías por las que la banca financia su
actividad es el Banco Central Europeo (BCE), que les concede préstamos al
precio oficial del dinero, de modo que esta política debiese agilizar los
créditos claro que, están los problemas anteriormente descritos.
Recientemente el interés ha
bajado desde el 0,25% al nuevo mínimo del 0,15%, los bancos con ello deberían
reabrir el grifo del crédito y trasladar ese menor coste a los préstamos a
empresas y familias. Sin ir más lejos, el Euribor, índice al que están
referencias la mayoría de hipotecas en España, se prevé que se reduzca,
abaratando la cuota mensual de los préstamos para la compra de vivienda. Si
pensamos ahora en el sector exterior, una bajada de los tipos permite devaluar
el euro, favoreciendo las exportaciones de los países comunitarios, ahora mismo
penalizadas por la apreciación de la moneda única frente al dólar en los
últimos meses.
Pero antes hemos visto que la
deuda pública puede ser una alternativa interesante para la baca a la hora
de invertir sus recursos ¿Le compensará
a la banca prestar más a pymes y familias? La bajada de los tipos hace que la
banca privada tenga más fácil obtener dinero más barato del BCE y por tanto es
un incentivo; además, ha reducido el coste de los préstamos diarios que hace a
los bancos, del 0,75% al 0,40%. Pero no es el único incentivo, además el BCE se
ha convertido en el primer banco central del mundo en penalizar a aquellas
entidades financieras que opten por depositar su liquidez en las arcas del
supervisor.
Hasta el año 2012 el BCE venía
pagando a los bancos un 0,25% por el dinero que allí se guardaba. Con el fin de
estimular al sistema financiero a dar préstamos, dejó de remunerarla. Pero esta
medida como tantas otras no surtió efecto y ahora se aplicará una tasa negativa
a esos depósitos del 0,10%. De esta forma, aquellos bancos que dejen su dinero
en el BCE en lugar de prestarlo a empresas y familias tendrán que pagar ese
gravamen.
Todas estas medidas tienen
cierto riesgo y efectos secundarios. Un de los objetivos que persigue el BCE
reduciendo el precio oficial del dinero es disminuir el coste del crédito
bancario en la Eurozona. Si lo lograse, cabría esperar que los bancos redujesen
también la remuneración que paga a sus clientes por los depósitos. En este
momento las entidades financieras están tratando de recuperar su margen de
interés (diferencia entre los que ingresas por el interés de los créditos y lo
que pagan por sus depósitos).
Las medidas hasta ahora
aplicadas no están surgiendo los efectos deseados, uno de los problemas
principales es que si bien fluye el crédito del BCE a la banca privada, esta
última no tiene una demanda de crédito que le dé suficiente confianza, de modo
que prefiere en la mayoría de los casos no arriesgar. Así pues lo que acaba
haciendo la deuda es tomar dinero prestado del BCE y prestándoselo al Estado
comprando deuda la cual le ofrece una rentabilidad relativamente baja pero una
alta seguridad. En la siguiente tabla podemos ver la evolución del tipo de interés:
Fuente: Tesoro Público
En conclusión ¿Están sirviendo
las políticas aplicadas actualmente? No, y la causa es que la banca privada
aunque tiene un fácil acceso al dinero del BCE no percibe seguridad por parte
de las personas que acuden en busca de crédito. La política fiscal tampoco nos
ayuda a salir de esta situación y estamos en un círculo vicioso del que por el
momento es complicado salir a menos que algo cambie.
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