Mariano Rajoy ha dado la cara. A medias. Solo en una comparecencia sin preguntas, rodeado de los suyos, en la calle Génova. Dice que quiere actuar con la máxima transparencia, pero falta mucho para que sea cierto, como se comenta en este análisis para el diario La Región.
El presidente Rajoy, que no piensa dimitir, se compromete personalmente a desplegar la máxima transparencia para que resplandezca la verdad. Y anuncia que sus declaraciones de la renta y patrimonio estarán a disposición de los ciudadanos en la web de la Moncloa. Mejor eso que nada, pero no parece que baste con una medida así para aclarar un escándalo que, como él mismo reconoce, tiene grandes dimensiones. Es más, el patrimonio de Rajoy, que asciende a 1,2 millones de euros, ya está publicado en el Boletín Oficial del Estado; no aporta nada nuevo que lo suba a la web de la Moncloa.
“Nunca he recibido ni he repartido dinero negro ni en este partido ni en ninguna parte”, dijo Rajoy, que incluso fue más lejos: “Es falso”. Pero si es todo "falso", como dice el presidente del PP y del Gobierno, ¿cómo hay que calificar lo que publica el diario El País? ¿Son falsas todas las anotaciones atribuidas al extesorero del PP Luis Bárcenas? Aquí hay algo que no encaja, incluso si aceptamos que Rajoy es personalmente ajeno a todo este lío, por utilizar una palabra que al político gallego le gusta tanto.
Sin preguntas, sin respuestas no sujetas a un guión, el escándalo seguirá vivo. El político que no tiene miedo –y hay que suponer que el presidente no lo tiene-, se somete a preguntas. Rajoy no lo ha hecho y eso le resta credibilidad. También sorprende que no cite a Bárcenas, ni mencione la Gürtel, ni hable de su ministra Ana Mato y tenga tan presente al opositor Rubalcaba, en una apelación que suena a advertencia. Máxime cuando Rubalcaba no ha ido tan lejos por exigirle transparencia y respuestas claras. ¿Qué otra cosa podía hacer el líder de la Oposición en una democracia?
Hay quien piensa que Mariano Rajoy debería haber dicho otra cosa. "Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir", hubiese resultado más convincente, como le propuso el sagaz periodista Javier Romera, de El Economista.
Pero hay más. En realidad, Mariano Rajoy solo habla de sí mismo, casi a nivel personal. No habla del partido, parece que no le consta, cuando resulta que él es su presidente. No habla del resto de la cúpula del PP. ¿Por qué? En el fondo, todo esto no es nuevo ni exclusivo del PP. España es un país con mucha corrupción –política, empresarial y social- porque hay mucho dinero negro. El 25% de la economía funciona así, es economía sumergida. Negarlo es absurdo. El profesor Santiago Lago, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo, sostiene que España invierte muy poco en gestión tributaria —“de hecho, los que menos personal atesoramos teniendo en cuenta el tamaño de nuestro país”— y que padece una enorme economía sumergida. Solo Grecia, Italia y Portugal aparecen peor en la UE-15.
Si la economía sumergida tributase lo que le toca, en estos momentos no haría falta ningún recorte y España estaría cerca del equilibrio presupuestario. “¿A qué estamos esperando?”, se pregunta Lago, convencido de que “el fraude fiscal es una lacra social de primera magnitud”, por lo que se debe “tratarlo como tal” e ir “a degüello contra la economía sumergida”. Rajoy acertaría yendo por ahí, y admitiendo lo que deba admitir. @J_L_Gomez
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