domingo, 27 de enero de 2013

AUSTERIDAD CRECIMIENTO ¿QUIEN LE PONE EL CASCABEL AL GATO?




Colaboración de  Juan Bautista Sanz Alonso






3.- Ganar credibilidad. Ganar confianza.
  


Efectivamente, las recetas aplicadas hasta la fecha -subir impuestos y reducir mínimamente el gasto público- no han funcionado. (Los tipos de interés del BCE, se mantienen bajos. Que no funcione normalmente el interbancario y el crédito disponible para PYMES y familias sea nulo, es otra cuestión). Si los recortes caen en las partidas más sensibles a los ciudadanos, peor. El final del ejercicio 2012, arroja en déficit por encima del 7% -y con trampas-. Pérdidas y más deuda. Contabilizando todos los pasivos, llegaremos a 85,000 mill euros, más. De que poco nos han servido los duros recortes sociales.  Resultados que no satisfacen a nadie -por mucho triunfalismo oficial- : ciudadanos  (menos renta disponible), empresas (caída del consumo interno) y Gobierno (desgaste político). Por extensión tampoco convencen a nuestros acreedores y potenciales inversores. Conocen muy bien  la perversidad de esta crisis Cada vez hay menos rentas, para saldar las deudas (Deuda/deflación) .La diabólica espiral lleva, irremediablemente, a la descapitalización, imposibilidad de crecer y quiebra. Nuestros gobernantes parecen haber optado por el “ganar tiempo”, esperando un milagro de la Providencia Divina.

    Tengamos algo de sentido común. Pensar que una política de aumento del gasto público, bajada de impuestos y bajos tipos, en nuestra situación actual, soluciona nuestros males, es obviar imprudentemente nuestras debilidades. Es como si al enfermo con metástasis se le quiere tratar con dosis elevadas de quimioterapia, sin antes fortalecerlo con vitaminas. El recurso a un mayor endeudamiento, para estimular el crecimiento,  puede ser un remedio válido, siempre y cuando se lleve a cabo adecuadamente.  Y eso no es sencillo, por las implicaciones que tiene en países con las cuentas públicas equilibradas y una economía sólida. (Alemania, Suecia, Holanda,....). Rajoy ha pedido a Alemania que propicie estímulos fiscales. En palabras llanas: subida de salarios, elevar el consumo interno, inflación, que se traduce velozmente en el encarecimiento de sus productos industriales (menos competitividad en sus exportaciones).  Por otro lado, las medidas  de expansión monetaria y de crédito no implican automáticamente una recuperación de la producción industrial , en los países con recesión , del consumo, sí.

     Con ello ,no estoy desautorizando el remedio, tan solo subrayo, que no es sencillo aplicar  una políticas monetarias expansivas, coordinando los tiempos y  garantizando la competencia y honradez de  Gestores Públicos- Gobiernos en cada Estado. Implica habilidad para armonizar los tiempos y aplicar estímulos selectivos.  Tengamos presente que el BCE, tiene límites a su actuación. Detrás del BCE, o el Banco de Inglaterra o cualquier otro Banco Central creíble, (el de Somalia o Afganistán serán lo que quieran) hay inversores privados.   Y cuando los inversores privados lo abandonan, porque ya no creen en El, o viene la quiebra o la capitalización del mismo, se realiza vía impuestos. Cuando la economía que está bajo el área de influencia de ese Banco central (sea el BCE o el de  Reino Unido) no es dinámica, no genera productividad,  ni beneficios,....ese Banco sólo puede seguir funcionando, exigiendo a sus socios -en última instancia los ciudadanos-   que lo capitalicen.  En este debate,  deberíamos abrir el abanico. La crisis de deuda que sufrimos esta emparejada a la crisis financiera.  Tengamos  claro  que la crisis financiera  no se soluciona, sólo,  con más deuda. Hay que acompañar el remedio por la vía financiera, más capitalización (inversores privados, en el sector privado) y menos gasto político inútil/improductivo. (Antibióticos y vitaminas).

    De momento los rescates de Grecia, Portugal  o Irlanda, han podido ser sorteados -con torpeza- pero el euro y el Proyecto Europeo,  se han salvado, de momento. Ahora , el  reto, se llama  España, aunque nuestros comunicadores se esfuercen en propagar que Italia o Francia, atraviesan dificultades. A corto plazo, el problema somos nosotros. En 2013 veremos hasta donde el Mecanismo Europeo de estabilidad (EMS) está dispuesto a comprar bonos españoles. Veremos si el Tesoro puede colocar sus emisiones entre inversores extranjeros (no vale la socorrida banca española y las emisiones a corto plazo suponen endeudarse a corto. Mal negocio) .

     Tampoco valen las trampas al solitario. Si no estuviera el anuncio del BCE y el compromiso de poner en marcha el Programa OMT -compra bonos-  el diferencial o prima estaría por las nubes. Rajoy hubiera pedido el rescate y lo que ello significa : quita y reestructuración.   Los anuncios triunfalistas del “exito” en la colocación del Tesoro, llevan detrás una orquestada  campaña mediática, para que la deuda española tenga demanda en el mercado. Le interesa o todos nuestros acreedores.

   La confianza y el convencimiento no se gana solamente con una mínima reducción del déficit y  el compromiso de cumplir con las políticas que nos dictan “los troikos”.  Si queremos recuperar nuestro acceso al mercado de deuda – a unos tipos aceptables- , que nuestro sistema financiero  recupere su credibilidad y que empresas y familias puedan financiarse normalmente, tendremos que crear las condiciones para ello.  Los inversores que se decidan a ser tenedores de  nuestras emisiones del Tesoro, financiar bancos o empresas, tendrán que creer en las expectativas de crecimiento de la economía española. Estar convencido que su inversión es segura – o tiene un riesgo razonable- (Crédito viene del griego, significa creer).

      Si se trabajara  en aumentar el superávit por cuenta corriente, además de reducir nuestra dependencia financiera del exterior, tendríamos capital fresco -no deuda- que mejoraría  la capitalización de nuestro tejido productivo, mejorarían los ingresos fiscales, nuestra imagen externa y -seguro-  el diferencial de nuestros bonos. Sólo con exportaciones -  automóviles, textil, agricultura,  química,...- y el  turismo, es imposible sentar las bases de la recuperación. Por muchas medidas de estímulos al crecimiento que adopten nuestro entorno ( principales clientes).  La apertura de nuestra economía y la llegada de capital foráneo supondrá que la balanza financiera presentará un saldo positivo significativo, se incrementaran los ingresos -aunque tengamos fiscalidad benévola al inversor-  y el déficit será más controlable. El efecto sobre nuestra deuda pública sería consecuente a ello.

     Y aquí tenemos mucho que hacer. ;Mientras la seguridad jurídica sea cuestionable – el clientelismo, norma,  la corrupción generalizada y las marrullerias que llevan a cabo Entes Reguladores, “Ley” , nadie querrá arriesgar su capital en nuestra economía. Si nuestro mercado laboral tiene poca flexibilidad,  y le   añadimos :enseñanza  de baja calidad., trabas  burocráticas para emprendedores,...voracidad fiscal,....y mil peros más, menos credibilidad. Enfín, no podemos presumir de ofrecer un entorno favorable a la entrada de capitales, de inversores con vocación de permanencia. No se trata de Gobiernos, no. Se trata del Estado. Se trata de ofrecer un  marco institucional consistente, sólido y efectivo.

    Y aquí llegamos al fondo del debate y el título al artículo ¿Quién le pone el cascabel al gato?. Ya no sólo se trata de apartar la ideología, el problema está en la renuncia a los privilegios que goza  gran parte de la clase política, oligarquía económica y financiera. Interlocutores sociales y Patronal.
O somos los ciudadanos quienes forzamos a nuestros gestores públicos -no voy a hablar de partidos-   a redistribuir los recursos financieros -deuda- a elementos productivos. A eliminar la burocracia, disfrazada de gasto social,  el clientelismo, el capitalismo de “amigotes”...  Y al tiempo  a propiciar un marco laboral flexible y atractivo a la inversión extranjera (no hagamos tremendismos)   y un sistema impositivo no confiscatorio, como viene derivando,....pues es posible que los inversores – no especuladores- se fijen  en eso que llaman “Marca  España”.   No me extraña que nadie quiera acercarse a ese felino, porque  tiene muchas crías.

      Si no somos realistas y exigimos “lo imposible”, nuestro futuro como País, está sentenciado al declive continuo de eso que conocemos como Estado del Bienestar. El proceso de globalización es irreversible. Quienes  ganan son los llamados emergentes  y quienes pierden, en este nuevo reparto de riqueza, somos los Estados que crecimos con pies de barro. Los que nos quedamos a medias con las reformas, recortando prestaciones sociales, y no apostamos seriamente por la competitividad.  Hasta ahora nos han engañado, no nos empeñemos en permanecer con los ojos cerrados.
    Por mucha mayor integración que logre la Unión Europea, el camino parece señalar a unos estados “ricos” y el resto sobreviviendo. Todavía nos queda el reto de encontrar nuestro hueco, en nuestra región.  Un nuevo modelo productivo y ese objetivo es de largo plazo. Pero este será el tema de mi próxima colaboración.

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