Colaboración de
Juan Bautista Sanz Alonso
3.- Ganar credibilidad. Ganar confianza.
Efectivamente, las
recetas aplicadas hasta la fecha -subir impuestos y reducir mínimamente el
gasto público- no han funcionado. (Los tipos de interés del BCE, se mantienen
bajos. Que no funcione normalmente el interbancario y el crédito disponible
para PYMES y familias sea nulo, es otra cuestión). Si los recortes caen en las
partidas más sensibles a los ciudadanos, peor. El final del ejercicio 2012,
arroja en déficit por encima del 7% -y con trampas-. Pérdidas y más deuda.
Contabilizando todos los pasivos, llegaremos a 85,000 mill euros, más. De que
poco nos han servido los duros recortes sociales. Resultados que no satisfacen a nadie -por
mucho triunfalismo oficial- : ciudadanos
(menos renta disponible), empresas (caída del consumo interno) y
Gobierno (desgaste político). Por extensión tampoco convencen a nuestros
acreedores y potenciales inversores. Conocen muy bien la perversidad de esta crisis Cada vez hay
menos rentas, para saldar las deudas (Deuda/deflación) .La diabólica espiral
lleva, irremediablemente, a la descapitalización, imposibilidad de crecer y
quiebra. Nuestros gobernantes parecen haber optado por el “ganar tiempo”,
esperando un milagro de la Providencia Divina.
Tengamos algo de sentido común. Pensar que
una política de aumento del gasto público, bajada de impuestos y bajos tipos,
en nuestra situación actual, soluciona nuestros males, es obviar
imprudentemente nuestras debilidades. Es como si al enfermo con metástasis se
le quiere tratar con dosis elevadas de quimioterapia, sin antes fortalecerlo
con vitaminas. El recurso a un mayor endeudamiento, para estimular el
crecimiento, puede ser un remedio
válido, siempre y cuando se lleve a cabo adecuadamente. Y eso no es sencillo, por las implicaciones
que tiene en países con las cuentas públicas equilibradas y una economía
sólida. (Alemania, Suecia, Holanda,....). Rajoy ha pedido a Alemania que
propicie estímulos fiscales. En palabras llanas: subida de salarios, elevar el
consumo interno, inflación, que se traduce velozmente en el encarecimiento de
sus productos industriales (menos competitividad en sus exportaciones). Por otro lado, las medidas de expansión monetaria y de crédito no
implican automáticamente una recuperación de la producción industrial , en los
países con recesión , del consumo, sí.
Con ello ,no estoy desautorizando el
remedio, tan solo subrayo, que no es sencillo aplicar una políticas monetarias expansivas,
coordinando los tiempos y garantizando
la competencia y honradez de Gestores
Públicos- Gobiernos en cada Estado. Implica habilidad para armonizar los
tiempos y aplicar estímulos selectivos.
Tengamos presente que el BCE, tiene límites a su actuación. Detrás del
BCE, o el Banco de Inglaterra o cualquier otro Banco Central creíble, (el de
Somalia o Afganistán serán lo que quieran) hay inversores privados. Y cuando los inversores privados lo
abandonan, porque ya no creen en El, o viene la quiebra o la capitalización del
mismo, se realiza vía impuestos. Cuando la economía que está bajo el área de
influencia de ese Banco central (sea el BCE o el de Reino Unido) no es dinámica, no genera productividad, ni beneficios,....ese Banco sólo puede seguir
funcionando, exigiendo a sus socios -en última instancia los ciudadanos- que lo capitalicen. En este debate, deberíamos abrir el abanico. La crisis de
deuda que sufrimos esta emparejada a la crisis financiera. Tengamos
claro que la crisis
financiera no se soluciona, sólo, con más deuda. Hay que acompañar el remedio
por la vía financiera, más capitalización (inversores privados, en el sector
privado) y menos gasto político inútil/improductivo. (Antibióticos y
vitaminas).
De momento los rescates de Grecia,
Portugal o Irlanda, han podido ser
sorteados -con torpeza- pero el euro y el Proyecto Europeo, se han salvado, de momento. Ahora , el reto, se llama España, aunque nuestros comunicadores se
esfuercen en propagar que Italia o Francia, atraviesan dificultades. A corto
plazo, el problema somos nosotros. En 2013 veremos hasta donde el Mecanismo
Europeo de estabilidad (EMS) está dispuesto a comprar bonos españoles. Veremos
si el Tesoro puede colocar sus emisiones entre inversores extranjeros (no vale
la socorrida banca española y las emisiones a corto plazo suponen endeudarse a
corto. Mal negocio) .
Tampoco valen las trampas al solitario. Si
no estuviera el anuncio del BCE y el compromiso de poner en marcha el Programa
OMT -compra bonos- el diferencial o
prima estaría por las nubes. Rajoy hubiera pedido el rescate y lo que ello
significa : quita y reestructuración.
Los anuncios triunfalistas del “exito” en la colocación del Tesoro, llevan
detrás una orquestada campaña mediática,
para que la deuda española tenga demanda en el mercado. Le interesa o todos
nuestros acreedores.
La confianza y el convencimiento no se gana
solamente con una mínima reducción del déficit y el compromiso de cumplir con las políticas
que nos dictan “los troikos”. Si
queremos recuperar nuestro acceso al mercado de deuda – a unos tipos
aceptables- , que nuestro sistema financiero
recupere su credibilidad y que empresas y familias puedan financiarse
normalmente, tendremos que crear las condiciones para ello. Los inversores que se decidan a ser tenedores
de nuestras emisiones del Tesoro,
financiar bancos o empresas, tendrán que creer en las expectativas de
crecimiento de la economía española. Estar convencido que su inversión es
segura – o tiene un riesgo razonable- (Crédito viene del griego, significa
creer).
Si se trabajara en aumentar el superávit por cuenta
corriente, además de reducir nuestra dependencia financiera del exterior,
tendríamos capital fresco -no deuda- que mejoraría la capitalización de nuestro tejido
productivo, mejorarían los ingresos fiscales, nuestra imagen externa y
-seguro- el diferencial de nuestros
bonos. Sólo con exportaciones -
automóviles, textil, agricultura,
química,...- y el turismo, es
imposible sentar las bases de la recuperación. Por muchas medidas de estímulos
al crecimiento que adopten nuestro entorno ( principales clientes). La apertura de nuestra economía y la llegada
de capital foráneo supondrá que la balanza financiera presentará un saldo
positivo significativo, se incrementaran los ingresos -aunque tengamos
fiscalidad benévola al inversor- y el
déficit será más controlable. El efecto sobre nuestra deuda pública sería
consecuente a ello.
Y aquí tenemos mucho que hacer. ;Mientras
la seguridad jurídica sea cuestionable – el clientelismo, norma, la corrupción generalizada y las marrullerias
que llevan a cabo Entes Reguladores, “Ley” , nadie querrá arriesgar su capital
en nuestra economía. Si nuestro mercado laboral tiene poca flexibilidad, y le
añadimos :enseñanza de baja
calidad., trabas burocráticas para
emprendedores,...voracidad fiscal,....y mil peros más, menos credibilidad.
Enfín, no podemos presumir de ofrecer un entorno favorable a la entrada de
capitales, de inversores con vocación de permanencia. No se trata de Gobiernos,
no. Se trata del Estado. Se trata de ofrecer un
marco institucional consistente, sólido y efectivo.
Y aquí llegamos al fondo del debate y el
título al artículo ¿Quién le pone el cascabel al gato?. Ya no sólo se trata de
apartar la ideología, el problema está en la renuncia a los privilegios que
goza gran parte de la clase política,
oligarquía económica y financiera. Interlocutores sociales y Patronal.
O somos los
ciudadanos quienes forzamos a nuestros gestores públicos -no voy a hablar de
partidos- a redistribuir los recursos
financieros -deuda- a elementos productivos. A eliminar la burocracia,
disfrazada de gasto social, el
clientelismo, el capitalismo de “amigotes”...
Y al tiempo a propiciar un marco
laboral flexible y atractivo a la inversión extranjera (no hagamos
tremendismos) y un sistema impositivo
no confiscatorio, como viene derivando,....pues es posible que los inversores –
no especuladores- se fijen en eso que
llaman “Marca España”. No me extraña que nadie quiera acercarse a
ese felino, porque tiene muchas crías.
Si no somos realistas y exigimos “lo
imposible”, nuestro futuro como País, está sentenciado al declive continuo de
eso que conocemos como Estado del Bienestar. El proceso de globalización es
irreversible. Quienes ganan son los
llamados emergentes y quienes pierden,
en este nuevo reparto de riqueza, somos los Estados que crecimos con pies de
barro. Los que nos quedamos a medias con las reformas, recortando prestaciones
sociales, y no apostamos seriamente por la competitividad. Hasta ahora nos han engañado, no nos
empeñemos en permanecer con los ojos cerrados.
Por mucha mayor integración que logre la
Unión Europea, el camino parece señalar a unos estados “ricos” y el resto
sobreviviendo. Todavía nos queda el reto de encontrar nuestro hueco, en nuestra
región. Un nuevo modelo productivo y ese
objetivo es de largo plazo. Pero este será el tema de mi próxima colaboración.
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