Alemania quiere que España solicite formalmente un rescate de 300.000 millones de euros para solucionar su grave problema de falta de acceso a los mercados. Con esta cantidad de dinero, nuestro país podría financiarse a un bajo coste durante un año y medio o dos años, periodo en el cual afrontaría -sin la presión asfixiante que sufre ahora, con la prima de riesgo en máximos históricos- los vencimientos de deuda y las nuevas emisiones necesarias para cubrir el déficit público previsto.
Un primer tramo del rescate, de 100.000 millones de euros, saldría del fondo temporal (el FEEF), que todavía cuenta con 140.000 millones de euros, mientras que los otros 200.000 millones de euros procederían del fondo de rescate permanente (el Mede, que no entrará en funcionamiento hasta el otoño, una vez haya recibido el visto bueno de al menos el 90% de sus patrocinadores.
El interés que tendría que pagar España por este crédito estaría, previsiblemente, en línea con el que se aplicará al rescate bancario, que será entre el 2% y el 2,5%, incluidas comisiones. Muy lejos, desde luego, del tipo del 7,6% que ayer marcaron los bonos españoles a diez años en el mercado secundario.
Queda así descartada la posibilidad de que el BCE intervenga comprando deuda española, tal y como ha reclamado el Gobierno con insistencia. Desde el punto de vista alemán, esa opción, que ya se utilizó entre agosto de 2011 y marzo de 2012, sólo consiguió enmascarar los graves problemas que padece nuestro país, retrasando incluso la aplicación de reformas.
Condiciones del rescate
Las condiciones que irían aparejadas a este nuevo rescate estarían aún por determinar, aunque fuentes cercanas a Moncloa consideran que después de los fuertes ajustes aprobados hace dos semanas en el Congreso, unidos a los que ya se han ido ejecutando desde el pasado mes de diciembre, el Gobierno podría abordar una negociación de este tipo desde una posición de relativa fuerza, llegando incluso a obtener la ayuda sin demasiadas contrapartidas añadidas. Lo contrario, la imposición de duras condiciones, desde luego, sería interpretado como un fracaso y podría provocar una crisis política de consecuencias incalculables.
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