Artículo-colaboración de:
Javier Díaz-Giménez
Es Doctor en Economía por la University of Minnesota y Profesor Ordinario de la IESE Business School. Se dedica a la investigación y la docencia de la macroeconomía y a la asesoría económica. Su investigación reciente estudia las consecuencias macroeconómicas de las reformas fiscales y de las reformas de los sistemas de pensiones.
Ayer escribí un artículo largo para Expansión sobre este tema que posiblemente se publicará mañana. Y a pesar de que era un artículo largo de unas 1.300 palabras no me quedé demasiado contento. No me gusta esa disyuntiva tal y como la estamos planteando, ni en España ni en Europa. Escondida en esa pregunta está la idea de que el sector público efectivamente puedecrear crecimiento económico sostenible manipulando las partidas del presupuesto. Y yo no estoy convencido de que así sea, pero no tengo muy claro cómo demostrarlo.
Ante la posibilidad de que los gobiernos puedan elegir y gestionar la forma de crecer de un territorio, prefiero la sugerencia de Edward C. Prescott y Stephen Parente de que lo que en realidad deberían hacer es identificar y eliminar las barreras que evitan el crecimiento. O sea que el estado natural de los países y, por lo tanto, de la mayoría de sus empresas, es el crecimiento. Y que si un país, o una empresa, no crece es porque habrá alguna razón que se lo impida. Preguntémosle a los datos, a ver que nos dicen.
El Gráfico 1 ilustra las tasas de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de la economía mundial calculado usando paridades de poder de compra (PPP) según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Hoy me gustaría destacar dos ideas de ese gráfico. Sin duda la contracción del PIB global que su produjo en 2009 fue un suceso excepcional en la historia económica del planeta, pero más todavía lo ha sido la espectacular recuperación del crecimiento que se produjo en 2010. En sólo un año la economía global pasó de menguar al -0.7 a crecer al 5.2 por ciento. Esa variación supuso casi 6 puntos porcentuales de crecimiento que, sobre un PIB global estimado en unos 80 billones (de los de doce ceros) de dólares en PPP, suponen la mareante cifra de 4.8 billones de dólares adicionales de valor añadido creados en sólo un año. Para que lo podáis comparar, os recuerdo que el PIB español en PPP ronda en torno a los 1.1 billones.
Muy bien, pues la economía global creció. Los gobiernos sacaron las mangueras fiscales y monetarias, abrieron los grifos al máximo, elevaron el déficit público hasta valores desconocidos en tiempos de paz y pusieron los tipos de intervención a cero. Y el PIB global creció. ¿Pero qué pasó después? Pues que el PIB global siguió creciendo, pero mucho menos. En su World Economic Outlook publicado en abril de 2012, el FMI pronostica que el crecimiento de la economía global para 2012 estará en torno al 3.5 por ciento. Eso quiere decir que unos 1.36 billones de dólares de PIB se han volatilizado en solo un año. La flor del crecimiento regada con la manguera del déficit ha resultado ser una flor de un año. Si se confirmara el pronóstico del FMI, la contracción de la tasa de crecimiento del PIB en 1.7 puntos porcentuales en dos años consecutivos solo es superada por las que se produjeron entre 2000 y 2001 y entre 2007 y 2008. O sea, que al año mágico del crecimiento portentoso le ha seguido una recesión en toda regla. Y, sin embargo, una buena parte de los europeos apoyan firmemente la propuesta de repetir esa experiencia. Esperando, contra toda razón, como nos diría Einstein, que las mismas causas tengan esta vez efectos distintos, y que el crecimiento creado por el nuevo déficit se sostenga.
Estoy seguro que el Gráfico 2 habrá sido una verdadera sorpresa para los que me conocéis. Ilustra la segunda regresión que hago desde la primavera de 1982, cuando estaba en cuarto de carrera —cosas veredes. Los datos salen de las tablas que The Economist publica en sus últimas páginas. Corresponden a 55 países que representan algo más del 90 por ciento del PIB mundial. He omitido las observaciones de Noruega, Arabia Saudi y Grecia porque me han parecido atípicas. En el eje de abscisas he representado la predicción del déficit público para 2012 y en el eje de ordenadas el pronóstico de crecimiento para ese mismo año. El regresor me dice que según esa base de datos un punto más de déficit se traduce en dos décimas menos de crecimiento.
Supongo que de esa nube de puntos se puede concluir cualquier cosa pero la correlación entre el déficit y el crecimiento ¡es negativa! O sea, que si nos la tomáramos literalmente como una relación causal entre esas dos variables que fuera desde el déficit hacia el PIB y no a la inversa, llegaríamos a la conclusión que para estimular el crecimiento el gobierno debería acelerar la consolidación fiscal y no insistir en retrasarla. Cuantitativamente, una reducción del déficit público de 1 punto porcentual nos comparía 2 décimas de crecimiento del PIB. Por favor, apiadaos de mí los creyentes y no me acribilléis con vuestra artillería econométrica —todavía recuerdo a duras penas que un R2 del 5 por ciento dice que la inferencia que hago bien pudiera ser disparatada y que la dirección de la causalidad inferida pudiera estar equivocada. Tomad este resultado como una metáfora que me sirve para hacer una caricatura cuantitativa de mis dudas sobre la eficacia del déficit público como generador de crecimiento.
Como supongo que este comentario será otra prédica más que se perderá en el desierto, consentidme que termine con un precioso haiku de Masaoka Shiki que resume estas ideas mucho mejor de lo que yo podría hacerlo: La hierba reverdece // sin ayuda de nadie // la flor florece. Quizás le pase lo mismo al crecimiento.
artículo publicado en http://www.fedeablogs.net/economia/?p=21882
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