martes, 27 de marzo de 2012

El paro de los cabezas de familia y sus cónyuges


Excelente colaboración:

Samuel Bentolila

bentolila_editor
Doctor en Economía por el Massachusetts Institute of Technology (1988).
Actualmente es Profesor en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros (CEMFI) y Research Fellow del CEPR y del CESifo.
Es Fellow de la European Economic Association y de la Asociación Española de Economía.



Hace unos meses, cuando presentamos el libroNada es GratisIlan Brat, corresponsal del Wall Street Journal en Madrid, me preguntó por qué era tan alta la tasa de paro de las personas de referencia y sus cónyuges. A mí también me sorprendía ese dato, así que en algunos ratos libres me puse a indagarlo.
En 2011:2 (el dato más reciente entonces) la tasa de paro de las personas de referencia (lo que antes se llamaba cabezas de familia) era del 17% y la de los cónyuges del 17.4%, en promedio un 17.2%. Y, en efecto, es mucho más alta que en el último máximo cíclico del paro; en 1994:2 fue del 13.1%.

Me apresuro a aclarar que la definición del paro era entonces distinta y es difícil saber cuál habría sido esa tasa con la nueva definición. Por ejemplo, aplicándole la razón entre la tasa de paro agregada nueva y la vieja, en el primero de los cuatro trimestres en que contamos con las dos, 2001:1 (10.5/12.7=0.82), nos da una tasa de paro del 10.7% para las personas de referencia, lo que refuerza la idea de que esa tasa nunca había sido tan alta en las últimas décadas.
A partir de ahora me centraré en las cifas de las que llamaré “parejas de referencia” (PR), es decir, las medias ponderadas de personas de referencia y cónyuges, puesto que la diferencia de tasas de paro entre esos grupos es mínima. (Nota: en realidad esto también incluye a personas de referencia sin pareja.)
¿Cómo hemos llegado a alcanzar semejante tasa de paro de las PR? Mi primera sospecha, dada mi preocupación por sus efectos desestabilizadores, recayó en el empleo asalariado temporal. Pero me equivocaba. Resulta que, entre las PR, de 2007:2 a 2011:2 se destruyeron 489 mil empleos asalariados temporales netos, pero también se crearon 513 mil empleos asalariados indefinidos netos, por lo que la diferencia fue positiva en 24 mil empleos netos. El enigma se agravaba.
El siguiente paso consistió en descomponer las variaciones del empleo a partir de los datos individuales de la encuesta, luego elevados a poblacionales (doy las gracias a Brindusa Anghel, de Fedea, que hizo estos cálculos). El siguiente cuadro revela que los 24 mil empleos netos fueron el resultado de una destrucción masiva de empleos asalariados en el sector privado y una creación masiva en el sector público.
Aquí la cosa vuelve a complicarse. Resulta que en 2009 el INE se puso a investigar si los trabajadores independientes (agrupados en el cuadro con los empresarios sin asalariados) y aquellos en “otras situaciones”, que esencialmente son ayudas familiares (personas que trabajan en empresas de sus parientes) y miembros de cooperativas, estaban bien clasificados o por el contrario tenían de facto una situación más parecida a la de los asalariados. Y tras su estudio, pasó 210 mil personas de esos grupos –152 mil trabajadores independientes y 58 mil en otras situaciones– a asalariados. O sea que parte de las reducciones de estos grupos serán en realidad de asalariados privados. No creo que pueda saberse exactamente cuántos, pues las preguntas en las que se basa la reclasificación sólo se tienen a partir de 2009.
(Entre nosotros, este sería un buen momento para apiadarse de los economistas laborales, que tenemos que lidiar con cambios metodológicos en la EPA cada 5 años o así.)
Por tanto, lo que indican los datos es que las PR vieron reducido su empleo principalmente por caídas del empleo privado, fundamentalmente asalariado pero también autónomo. Cuando vi que había 400 mil empleos públicos más me parecieron excesivos para una etapa de recesión, pero pensé que al menos darían mayor estabilidad a la renta de los hogares, a través de los ingresos laborales de las personas de referencia y sus cónyuges. Ahora ya no estoy tan seguro. La razón es que el empleo público está cayendo; en el último trimestre de 2011 se redujo en 84 mil empleos.
Por un lado, la cuarta parte de los empleos del sector público son temporales. Y ahora, a partir de la última reforma laboral, se pueden llevar a cabo despidos por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, del personal laboral del sector público. La causas económicas se darán, por analogía con el sector privado, cuando haya una situación de insuficiencia presupuestaria sobrevenida y persistente, es decir, producida durante al menos tres trimestres consecutivos. Pienso que la reducción del déficit público es insoslayable y que esta nueva posibilidad contribuirá a elevar la eficiencia del sector público a medio plazo, tanto por la reducción de empleos posiblemente poco productivos (aunque esto es más difícil de medir en el sector público) como por la mayor productividad de los trabajadores que conserven su empleo. Pero tampoco se puede ignorar que, a corto plazo, el sector público va a contribuir por una nueva vía a la destrucción de empleo.

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